Todos los seres humanos nacemos con el Pecado Original: el que cometieron nuestros primeros padres Adan y Eva. Al bautizarnos, quedamos limpios de ese pecado.
Nos hacemos hijos de Dios y pasamos a formar parte de la Iglesia.
Durante la Santa Misa, en el momento de la consagracion, el Espiritu Santo convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Al recibir la Comunion, recibimos a Jesus, quien instituyo este sacramento en la Ultima Cena.
Cuando recibimos la Confirmacion, Dios por medio del Espiritu Santo, robustece nuestra de para que podamos dar testimonio de Cristo en el mundo.
Este sacramento se administra mediante una imposicion de manos en la que el celebrante unge a la persona con Santo Crisma mientras dice: "Recibe por esta Senal el don del Espiritu Santo".
Jesus dio a sus discipulos la facultad de perdonar los pecados en su nombre, por tanto, es el sacerdote quien puede cumplir con esta funcion a traves de la Confesion. Requiere de un arrepentimiento genuino, proposito de enmienda y cumplir con la penitencia.
Cuando alguien está enfermo, o es muy anciano y puede morir pronto, necesita la ayuda de Dios. La unción es una ayuda que se traduce en fuerza, ritmo y ánimo.
Este sacramento lo reciben únicamente quienes tienen vocación al sacerdocio, quienes luego son quienes pueden administrar los demás sacramentos. Es un Obispo que impone las manos y ora sobre el nuevo sacerdote, consagrándolo y configurándolo con Jesús. Quien reciba este sacramento será sacerdote para siempre.
Es la unión, ante Dios, entre un hombre y una mujer, a través de un testigo, que es el sacerdote. Cuando las parejas se casan, es Dios quien los une en cuerpo y alma, para que no puedan romper el matrimonio. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” Mc. 10.9